De todo lo malo que nos dejó la pandemia, probablemente decante algo bueno y distinto en nuestra forma de pensar y actuar, una valoración diferente de las cosas, encontrando un camino más sencillo hacia aquello que llaman felicidad, que no es ni más ni menos, el resultado del concepto y la visión con las cuales evaluamos las cosas. La autora del libro; “An Ordinary Age” (Una Era Ordinaria), Rainesford Stauffer, nos dice que deberíamos dar un paso atrás y examinar nuestra necesidad de logros extraordinarios y descubrir que cosas más ordinarias podrían aportar plenitud a nuestras vidas.
La presión por destacar nos acosa a todos. Aunque no queramos realmente ese trabajo, ese cuerpo, ese auto, ese viaje o esa cocina, somos conscientes de la atención que reciben quienes los tienen. Y puede que nos sintamos mal por no tenerlos nosotros. Incluso durante una pandemia. No importan las desigualdades estructurales que hacen que tales adquisiciones sean imposibles para tantos o el hecho que el sistema de valores que hay detrás de tales deseos pueda ser cuestionable, seguimos anhelando más. A menudo, queremos lo que creemos que deberíamos querer, y eso nos distrae de averiguar qué es lo que realmente queremos, cuando estamos libres de influencias externas. Aunque esta presión no discrimina por edad, es especialmente fuerte en las mentes de los adolescentes y los jóvenes. Cuando se supone que estás descubriendo todo y viviendo los mejores años de tu vida, la voz interna que te recuerda que no eres suficiente, tiende a hacerse muy fuerte. Stauffer explora en su libro lo que significa ser “ordinario”. Dice que lo “ordinario es lo que te hace sentirte realizado y lo que te reconforta”.
“Ordinario” y “extraordinario” serán cosas diferentes para cada persona. Se trata de cómo nos sentimos. Lo ordinario es lo que te hace sentirte realizado y lo que te da comodidad, más que lo que crees que debes perseguir o buscar. Se trata de sentirte suficientemente bien con lo que uno es, en lugar de vivir en un estado de constante optimización o mejora de uno mismo. Las acciones simples que aportan sustancia a la vida son por ejemplo; los paseos, el disfrute de la naturaleza, las conversaciones con amigos, el placer de la música y la lectura, los espacios de serena reflexión, el aporte solidario a quienes necesitan de tu palabra o tu asistencia. Tienes que hacer el duro trabajo de sentarte contigo mismo y darte cuenta de que eres suficiente tal y como eres, en lugar de mirar hacia fuera y aprender qué es lo que se supone que tienes que perseguir y averiguar.
La idea de simplemente ser, es realmente importante. Tenemos tan pocas oportunidades de ser, simplemente, y esto comienza cuando somos niños pequeños y continúa a lo largo de nuestra vida. Se supone que siempre tenemos que optimizarnos, mejorar, pensar siempre en lo que vamos a hacer a continuación. Sin embargo, la ordinariez no tiene por que oponerse a tener grandes sueños y una visión de la vida. Considerar el valor de tu yo o tus yoes “suficientemente buenos” puede ayudarnos a orientar las necesidades y deseos reales que tenemos. Simplemente necesitamos el espacio y los recursos para que esto ocurra.
Por otra parte, hay algo tan poco valorado sobre el crecimiento personal en relación con las personas y las comunidades que nos importan. Existe la idea de que primero tengo que averiguar todo sobre mi, y que voy a conocerme profundamente y a tenerlo todo bajo control, y solo entonces, podré abrirme realmente a otras personas, ya sea en una amistad, en una comunidad más amplia, en una relación romántica o en alguna combinación de estas cosas. La autonomía personal es importante para el desarrollo, pero de alguna manera hemos olvidado la otra cara de la moneda. Necesitar a la gente y necesitar apoyo no son defectos de carácter. Son cosas profundamente ordinarias que nos hacen seguir adelante y, en muchos casos, revelan nuevas partes de nosotros mismos que nos ayudan a convertirnos en quienes somos.
Simplemente un aporte a la reflexión, de la mano de la joven periodista y escritora; Rainesford Stauffer de Kentucki (USA) para los nuevos tiempos.
A.K.